jueves, 15 de octubre de 2015

¿Qué significa la hipótesis de muchos mundos?


Los teóricos que defienden la alternativa de la casualidad se han visto, por lo tanto, obligados a adoptar una hipótesis extraordinaria: la de «muchos mundos». De acuerdo con esta, nuestro universo sería solo un elemento más de una colección mayor de universos, todos reales, y universos existentes y no solo posibles. Para asegurar que en el concierto de mundos apareciera, por casualidad, un universo con condiciones propicias para la vida, se estipula que hay una cantidad infinita de universos en el conjunto (para que se realicen todas las posibilidades) y que las constantes y cantidades físicas se ordenan de manera aleatoria (para que los mundos no sean todos iguales). Por ende, en alguna parte de este concierto de mundos aparecerán solo, por casualidad, universos armónicamente ajustados como el nuestro. No debería sorprendernos observar condiciones precisamente-balanceadas, ya que observadores como nosotros solo existen en aquellos universos que están bien «puestos a punto».

El hecho de que científicos serios, deban sentirse forzados a recurrir a dicha hipótesis metafísica extraordinaria es una medida del grado a que estos clamores de «puesta a punto» exigen justificación. Paul Davies no hace mucho declaró que el caso a favor del diseño se mantiene en pie o cae conforme al éxito de la hipótesis de muchos mundos.

¿Qué se puede decir, entonces, de esta hipótesis? En primer lugar, debemos darnos cuenta que no es más científica ni menos metafísica que la hipótesis de un «diseñador cósmico». Como dice el teólogo y científico John Polkinghorne: «La gente procura pergeñar un relato de "muchos universos" en términos seudocientíficos, pero eso es seudociencia. Pensar que pudiera haber muchos universos con diferentes leyes y circunstancias no es otra cosa que una conjetura metafísica». Pero como hipótesis metafísica, la de muchos mundos es argumentativamente inferior a la del diseño, porque ésta es más simple. Según un principio conocido como la navaja de Ockham, no se deberían multiplicar las causas más allá de lo necesario para explicar los efectos. Y es más simple postular un diseñador cósmico para explicar nuestro universo que la de una colección infinitamente recargada e inventada de universos, como requiere la hipótesis de muchos mundos. Por lo tanto, es preferible la hipótesis del diseño.

En segundo lugar, no hay manera conocida de generar un concierto de mundos. Nadie ha sido capaz de explicar cómo o por qué dicha colección diversa de universos pudiera y debiera existir. Además, los intentos que se han hecho requieren también estar ajustados. Por ejemplo, aunque algunos expertos en cosmografía apelan a las llamadas teorías inflacionarias del universo para generar un concierto de mundos, el único modelo inflacionario consistente es la teoría Inflacionaria del Caos de Linde, la cual requiere una puesta a punto inicial para comenzar el proceso de inflación.

En tercer lugar, la hipótesis de muchos mundos enfrenta un grave cuestionamiento desde la teoría «de la Evolución Biológica», que es uno de los puntos de la cosmovisión científica.  Antes de continuar, un poco de antecedentes: durante el siglo diecinueve, el físico alemán Ludwig Boltzmann, propuso un tipo de hipótesis de muchos mundos para explicar por qué no encontramos el universo en un estado de «muerte por calor» o equilibrio termodinámico en el que la energía estuviera distribuida en forma uniforme por todo el universo. Boltzmann planteó la hipótesis de que el universo, en su conjunto, está, de hecho, en un estado de equilibrio, pero que con el transcurso del tiempo las fluctuaciones en el nivel de energía ocurren aquí y allá en todo el universo de manera que solo por casualidad habrá regiones aisladas en las cuales exista el desequilibrio. Boltzmann se refiere a estas regiones aisladas como «mundos».

No deberíamos sorprendemos al observar que nuestro mundo está en un estado de desequilibrio muy improbable dado que en el concierto de todos los mundos la probabilidad exige que algunos mundos estén en desequilibrio… y el nuestro es uno de esos mundos.

El problema de esta osada hipótesis de muchos mundos es que si el nuestro no es más que una fluctuación en un mar de energía difusa, sería muchísimo más probable que tuviéramos que observar una región de desequilibrio mucho menor que la presente. Para que existiéramos, una fluctuación menor, aunque solo fuera una que produjo nuestro mundo en un instante por un enorme accidente, sería muchísimo más probable que una progresiva disminución de la entropía para dar forma al mundo tal como lo conocemos. En realidad, esta hipótesis, de adoptarse, nos obligaría a considerar que el pasado es ilusorio, que todas las cosas solo tienen una mera apariencia de antigüedad, y que las estrellas y los planetas son igual de Ilusorios. Y dicho tipo de mundo, en que las estrellas no son más que «imágenes», en cierto modo sería mucho más probable, dado el estado de equilibrio generalizado, que un mundo con hechos temporalmente genuinos y espacialmente distantes. Por lo tanto, esta hipótesis de muchos mundos ha sido rechazada por toda la comunidad científica, y el desequilibrio actual suele considerarse nada más que como el resultado de una condición de baja entropía inicial misteriosamente existente al principio del universo.

Ahora bien, la hipótesis de muchos mundos conlleva un problema paralelo igual a la explicación de un universo bien ajustado. Según la teoría Hegemónica de la Evolución Biológica, la vida inteligente como la nuestra, si ha de evolucionar, lo hará hacia el fin de la vida del sol tanto como sea posible. Cuanto menor sea el tiempo disponible para el funcionamiento de los mecanismos de mutación genética y de selección natural, menor será la probabilidad de evolución de vida inteligente. Dada la complejidad del organismo humano es muchísimo más probable que nosotros evolucionemos más tardía que tempranamente en la vida del sol. Por lo tanto, si nuestro universo no es más que uno en un concierto de mundos, sería abrumadoramente más probable que estuviéramos observando un sol muy viejo más que uno relativamente joven de solo unos pocos billones de años. Si somos producto de la evolución biológica, deberíamos hallarnos en un mundo en que evolucionamos tardíamente en la vida de nuestra estrella. En realidad, adoptar la hipótesis de muchos mundos, para evitar explicar la «puesta a punto» del universo, también resulta en una forma extraña de ilusionismo. Sería mucho más probable que todas nuestras estimaciones astronómicas, geológicas y biológicas de edades relativamente jóvenes estuvieran erradas, que en realidad existimos tardíamente en la vida del sol y que la apariencia de juventud del mismo y la tierra no es más que una enorme ilusión, lo que es científicamente un disparate. Por lo tanto, o no somos productos de la casualidad de la evolución biológica (en cuyo caso el diseño debe ser cierto) o no somos productos de la casualidad en un concierto de mundos (en cuyo caso el diseño debe ser cierto). Sea cual fuere el caso, la lógica nos conduce a un diseñador.

Con el fracaso de la hipótesis de muchos mundos, el último obstáculo a la inferencia del diseño en la «puesta a punto» del universo termina por resquebrajarse. Dada la incomprensible improbabilidad especificada de que las condiciones iniciales del universo fueran ya propicias para la vida es plausible creer, como dice la Biblia, que este mundo fue providencialmente ordenado por Dios para sostener la vida.

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Extracto
Libro: ¿Quién creo a Dios? Y respuestas a más de 100 preguntas acerca de cuestiones de Fe.
Editores generales: Ravi Zacharias y Norman Geisler
Colaborador: William Lane Craig
Páginas: 74-77
Capitulo: 3
Editorial: Vida

Año: 2003

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